L´otru día ví una mariposa.
A finales de veranu, qué raru, pensé.
No me gustó veela.
Y me gustan las mariposas.
Recuerdo un día que juí con mí hermanu al miraoriu de Santa Catalina, en Peñarrubia, y más que las vistas, me gustaron las mariposas.
Cientos d´ellas
cumo flores con ráices aérias.
Y no me gustan las mariposas
hoy
porque me traigan a la alcordanza aquel día
con mí hermanu
(sú mujer se llama Catalina)
sino porque me gustan, nada más que por eso.
Pero la mariposa que ví
l´otru día
a finales de veranu,
tan a destiempu,
no.
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