Hay veces que los cabos del tiempo se tocan. Leo en un artículo escrito por Esteban Polidura dos siglos atrás (y recuperado hace unos años por Ramón Villegas) que cuando los
callalteros (sic) ya no sepan que lo son, Santander dejará de existir. Pero que no existimos ya lo adelantaron los cántabros de hace algo más de mil años cuando firmaban sobre la piedra:
ex gente cantabrorum. Y seguimos.
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