La de ninjas que no habrán resultado heridos o incluso cuántos no habrán muerto probando nuevas formas de lanzar las estrellas: por debajo de la axila, haciendo el puente, girando la muñeca como una moulinex, haciendo como quién no quiere la cosa, etc. Es inevitable que se las acaben clavando a sí mismos. Y de los míticos nunchacos ya mejor ni hablar.
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