"Una duda asaltó a Séverine: ¿era, en efecto, la navaja la que hacía bulto en el bolsillo de Jacques? Le besó dos veces, y al refregar su cuerpo con la pierna de Jacques no pudo adquirir la seguridad de que su amante llevase la navaja, y Séverine dejó colgar su brazo y tentó, dándole otro beso. Sí, era la navaja." ZOLA, E.:
La bestia humana. Ed. Capitán Swing, Madrid, 2010, p. 344.
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