lunes, 25 de marzo de 2013
Chales
"Sucede algunas veces que la sardinera se casa con un marinero de barco de cruz, y a esto es a cuanto aspiran las bellas pescadoras: ofrécela esta colocación grandes ventajas: cuando su hombre vuelva del viaje la traerá un chal de crespón de la India encarnado, y con él saldrá a camparlo en las romerías: este chal de inmenso porvenir coloca a la sardinera en una elevada posición, si además posee una jarra valenciana de mil colores... ¡oh! entonces es mujer de pro: cuando sea madre, el recién nacido irá a la iglesia cubierto con el encarnado chal y acompañado con la jarra pinta: verá frecuentada su casa por sus vecinas en demanda del vistoso chal: el chal figurará en todas las bodas, en todos los bautizos del barrio; el chal, en fin, será con el tiempo el objeto de los deseos de sus hijas: el marinero además la traerá algunos cocos de la Habana... ¡como renunciar a tan risueño porvenir!" En El Buzón de la Botica, periódico de Santander de mediados del siglo XIX.
Serrón
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