Tengo una vecina que vive para dar de comer a los animales. Te la encuentras apoyada en una pared y de repente le caen puñados de granos de maíz por las perneras del pantalón. Lo mejor es la cara de disimulo que pone. Le encanta desmigar pan duro por las esquinas porque echarlo en las esquinas es como hacerlo en dos sitios a la vez. Suele esperarla una bolsa de pan en la puerta del portal. Se las deja la panadera del barrio a primera hora de la mañana.
Esta panadera de Sol tiene ahora una pescadería en La Esperanza. Buena mujer.
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