Tuve la fortuna de conocer a Leopoldo Rodríguez Alcalde. Era ya muy mayor. Un día me llamó a casa. Hacía mucho tiempo que no iba de visita. No estaba. No le devolví la llamada. Tampoco fui a visitarle. Murió. Los más de sus libros, lo más preciado que tenía, fueron a parar a la Biblioteca Municipal de Santander. Es un fondo impresionante que estoy intentando leer poco a poco.
Le debía una.
Le pedí el favor a Luis Antonio de Villena. Él también había sido amigo de Polín.
Pablo, lo siento.
Mañana devuelvo el libro.
http://www.jotdown.es/2018/06/marginalia-el-arte-de-joder-un-libro/
ResponderEliminar