Varias entradas más atrás mencionaba la existencia de cerrojos muy grandes en las puertas más antiguas, las de arco apuntado (puertas góticas), cerrojos que (inexplicablemente) cerraban por fuera.
De estos cerrojos solo quedan huellas, salvo en un solo caso: la puerta de la iglesia de San Pedro, en Carmona:
Quizá este otro cerrojo fotografiado en una casa de Barcenillas, que creo recordar se encuentra cerca del restaurante Yuyu, sea del mismo tipo (no lo puedo asegurar, aunque tamaño y decoración coinciden):
Recordamos (ya lo vimos más atrás) que estas puertas son de dos hojas: la de la derecha va más allá del punto medio del vano; la de la izquierda es más pequeñita y suele permanecer fija, aunque también se puede abrir. Es en ésta donde suele aparecer la joraca, que no es para los gatos, sino para las gallinas (las gallinas solían tener su gallinero debajo de la escalera; los gatos entraban y salían por donde podían, aunque también podían contar con un agujero para ellos, un agujero con forma específica que no he logrado reconocer). Esta hoja más pequeñita se aseguraba por dentro con una rejostra o palo que apoyaba en una hendidura de la pared y en un resalte de la puerta. Tengo un par de fotos de una rejostra en una casa de San Pedro:
Es todo un universo (fascinante) de detalles.
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