(1)
Dos tipos de vivienda altomedievales que creo pueden darnos pistas interesantes: bolckbau y longhouse. Es probable que la casa montañesa anterior al s. XV fuera tipo bolckbau o al menos que respondiera a la misma lógica constructiva y, en paralelo, que muchas de las hileras que hoy conocemos no sean resultado de un largo proceso de adosamiento (los hijos construyen su casa pegada a la de sus padres) sino resultado de una decisión puntual que condujo a levantar toda la hilera de una sola vez, una hilera tipo longhouse, como parece ocurrió en las dos hileras de Terán y en la otra de Lamiña, al menos, ya referenciadas aquí (clara la más cercana a Casa Terán, pegada a la carretera de acceso a la iglesia). No tienen por qué ser opciones excluyentes.
(2)
En el libro Religiosidad popular: Estudio antropológico en un valle español, de Willliam Christian, estudio centrado en el valle del Nansa, se dice que, a diferencia de Cabuérniga y otros valles montañeses, el Nansa no tiene gentilicio. Pero se equivoca. Los habitantes del Nansa son nansos, pero es muy residual, no sé si porque nunca llegó a cuajar del todo o porque ya ha caído en desuso.
(3)
En los balcones de las casas más expuestas y ya en zonas altas, como Bárcena Mayor, pueden aparecer pequeños agujeros practicados en el suelo para que la nieve vaya escullando por ellos y liberar al balcón de tanta humedad y peso. Me lo dijo un buen amigo montañés y yo mismo lo he visto.
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Dice el arquitecto Ruiz de la Riva que los tejados de Cos tienen la misma inclinación que la de las laderas de los montes cercanos. Sería interesante comprobar esta supuesta correlación en pueblos de distintos valles montañeses.
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¿Dónde los hórreos? Cerca de casa para tener los productos almacenados bien a mano y para evitar robos.
En el monasterio de Leire había un hórreo que estaba compuesto, según documentación antigua, por "dos cajas grandes de madera". Los hórreos eran concebidos como grandes arcones.
Los vargaretos lebaniegos son hórreos camuflados.
Hay restos de un hórreo cerca de la librería Carmichal Alonso de Lloreda de Cayón. Yo mismo los he visto. Al parecer hay otros restos en Periedo.
En Asturias el Gobierno daba dinero para arreglar el hórreo a quien lo solicitara. Con la crisis estas ayudas desaparecieron. Las han retomado, pero con otra lógica: el Gobierno ha elaborado un inventario de hórreos a conservar (de los siglos XVII y XVIII sobre todo) y toma él la inicitiva, sin esperar a que el propietario mueva ficha (que pocas veces lo hace). De esta forma se gasta menos dinero y se asegura la conservación de aquellos ejemplares más importantes. Han empezado por el concejo de Quirós. Disponen de 240.000 €. Es una medida a imitar: ¿Cuántos hórreos quedan en pie en Cantabria? Exactamente 19. No son tantos.
He sabido que a las paredes que mezclan madera (listones) y piedra apenas sin debastar (se pueden ver fotos en la entrada anterior) en Bárcena Mayor las llaman colondras, que es el mismo nombre que reciben las tablas de la caja del hórreo al menos en Asturias (no sé en Cantabria). Es curioso que el cierre de la caja de los hórreos reciba el mismo nombre que el cierre del primer piso recrecido de las casas montañesas. Es como si tuvieran presentes los primeros (los hórreos) cuando levantaron las segundas (las casas).
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Aquí se explica un procedimiento de techado con tablitas de madera. Páginas 34, 60 y 61. En el oriente cántabro, al menos, sabemos lo que son las latas y latías. En Ucieda, braña La Collá, hay una cabaña con tejado de céspedes o tapines. Habrá muchas más, seguro. Hay chozos lebaniegos con tejados de escoba, lo mismo que los teitos de Somiedo. ¿Para qué hablar de las lastras en los tejados pasiegos? Las tejas en País Vasco (¿y Cantabria?) no llegan (o generalizan) hasta la Edad Moderna.
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Hace no mucho comentaba aquí lo que decía un amigo sobre la rara disposición de la iglesia de Terán, en el centro del valle, cuando los pueblos se acuestan sobre la ladera del monte para evitar ocupar el espacio productivo central, la mies, salvo en el caso de Sopeña, que está velando el paso por el Saja a la altura del actual puente de Barcenillas. La iglesia, que ocupa una extraña centralidad, está acompañada del cementerio, cementerio que se superpone a una necrópolis visigoda (altomedieval, es decir, de aprox. el s. VI, cuando empiezan a ganar cuerpo las aldeas medievales). Pues bien, hace poco he leído a un arquitecto de la Universidad del País Vasco que los orígenes de las aldeas medievales, y de rebote las actuales, se encuentra en el anclaje al territorio de familias poderosas, visigodas, que lo primero que plantan es el cementerio, que ubican en un espacio central, equidistante de los distintos asentamientos, que sirve a modo de liga, de vínculo entre familias (una por asentamiento). Los campesinos, que hasta entonces no tenían un asentamiento fijo (o sí, pero desestructurado, alveolar) se van arrimando a estas familias que están unidas por un imán que es el cementerio. Se arriman y someten en cierto modo a ellas. Quizá este modelo se pueda aplicar a Cabnuérniga. De hecho, que la iniciativa la tomaran los señores explicaría la existencia de longhouses como las de Terán. Estas longhouses cabuérnigas evidencian una planificación que, entiendo, solo puede estar diseñada desde arriba. Quizá también esta circunstancia explique la conviencia de barrios (con sus corraliegas) y calles (no más de tres en Carmona, por ejemplo, frente a la decena larga de barrios), los primeros más espontáneos y las segundas posible reflejo de una planificación jerárquica acorde con la complejización social que dio lugar al feudalismo. ¿Cabuérniga, laboratorio del origen del feudalismo? Qué buen reclamo turístico.
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Éstas son las tres fachadas de tabla que quedan hoy en Santander. La primera, que cubre la fachada completa auqnue en la foto no se vea (busqué el contraste con la casa de al lado) está en San Simón, la segunda (impresionante) al lado del solar del edificio Moneo y la tercera entre San Simón y Alonso Cabezón, en un callejón. Son fachadas que no sé cómo fucionan. Sería genial que alguien las estudiara. En Asturias hay muchas, de hecho en el casco viejo de Oviedo son habituales. Allí las cuidan. Aquí salvo los vecinos nadie sabe ni que existen.
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Esta casa de la calle Los Aguayos, que muere en San Simón, un poco más abajo de la calle del Carmen, en Santander, es antiquísima. Es curiosa la disposición de la planta baja, ocupada por las escaleras y el taller o almacén (conocido como bodega en Santander), muy urbano todo. La casa tiene un zócalo de sillería, como dictan las ordenanzas desde el s. XV (la piedra irrumpe en las ciudades en esta época como prevención contra los incendios). El edificio se apoya en pilares de madera, supongo que roble, que reposan en bases de piedra a modo de pegoyos, como ocurre en, por ejemplo, Carmona. Estos pegoyos apoyan a su vez sobre el suelo, idealmente castru o roca madre. Lo he visto en un bajo en obras vecino. El zócalo de piedra es muy común en la zona (lo que delata su antigüedad). Pero no las dos alturas de la casa. Lo habitual es que levanten al menos dos alturas más (son casas igual de antiguas, probablemente, pero más transformadas, como por ejemplo la que está enfrente del bar El Chanquete, impresionante). Me ha dicho mi vecina de abajo, cuya familia lleva viviendo en el mismo piso desde siempre, que antes nuestra casa también era de dos alturas. Mi casa está entre los primeros números impares de la calle del Carmen o del Sol (del sol porque antes la hilera de portales pares no existía y el sol daba de pleno), enfrente del bar Rubicón. A estos primeros portales impares, con casas abalconadas prácticamente iguales, se los conoce con el nombre genérico de Las Corralas. Son consideradas las más pobres de la calle. También las más antiguas.
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Aquí puse fotos de una cesta de setu (entretejido de varas de avellano) adosada a una casa de Tudanca en ruinas. En origen era, creo, una antigua vargareta o armadijo de madera adosado a la pared (las vargaretas nunca cuelgan del techo). Tiene acceso independiente. Hay indicios de haber sido utilizada para almacenar maíz y como gallinero. Es curioso su parecido con los hórreos de corres de Galicia y norte de Portugal. Este tipo de hórreo se considera el precedente de todos los hórreos del norte peninsular. No digo que nuestra cesta de Tudanca provenga directamente de este tipo de hórreo, pero sí que el paisano, buscando la máxima eficiencia, acabó encontrando una solución que enlaza con el hórreo de corres. A veces a iguales necesidades, en contextos similares, aunque haya siglos de distancia, se responde con los mismos satisfactores: almacenamiento en altura, cerramiento de varas de avellano entretejidas, etc.
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"Desde las primeras horas de la mañana comenzó a llegar ganado al campo de La Llama, que a las 10 se vio repleto. Pronto empezaron las roblas y así continuaron sin interrupción, verificándose 644 transacciones." En El Impulsor nº 2.019
En Mazcuerras, velada: "y en último término todos los vecinos, que dejaban la amortiguada luz del candil, para estar luego algo tímidas y hasta recelosas rodeadas de tanta luz; y no exagero, a una le oí yo decir, yo me voy a casa que estoy como vendida con tanta claridad, ni aunque fuera de día y yo que vine en escarpines." Ibidem nº 2.020
"De pesca solamente sale, y no en abundancia, bonito, maganos y mubles, cotizándose a precios altos." Ibidem nº 2052
"El martes se desencadenó un furioso vendaval que puso en peligro varias embarcaciones que se hallaban pescando maganos en las proximidades de la costa". Ibidem nº 2.053
"En vista que se aproximan las mareas vivas del equinocio, todos nos apresuramos a repasar nuestros esquileros para ver de cazar esas esquilas como langostas que, dicen, se pescarán." Ibidem nº 2.053
"Escenas de Pujayo", en El Adalid, 4 de junio de 1910, en montañés. Es una sección fija en este periódico. Pongo solo la referencia de un ejemplo. Sería interesante recuperar todas las escenas. No abundan los textos escritos enteramente en montañés y menos por estas fechas. Ejemplos: "Así creu porqui aquellus nubarronis, que vienen por allí baju, me paece, que van a sacar agua" "Tómali y léi tú, que léis mejor", etc.
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Todavía me acuerdo de los sueños que tenía antes de ir un año becado a Lisboa, en el 98. Me acuerdo de cómo aparecía la ciudad en mis sueños. Me acuerdo de un barrio de chabolas en lo alto de un monte embarrado y que bajaba entre callejos, entre chapas que hacían de paredes, entre huertos abandonados con cuidado de no ir hacia la derecha porque había un despeñadero. Recuerdo también una especie de ultramarinos antiguo, gigante, en una zona portuaria y que hacia la derecha se abría un plaza con una iglesia y al fondo una rampa que subía.
Nada de esto encontré en Lisboa. El primer día llegué a una casa que estaba en un barrio más o menos moderno, cerca de un centro comercial omnipresente. Alguna casa antigua ví, y quedé fascinado. Pobre de mí, todavía no sabía que había barrios enteros así, y tanto, y que yo mismo acabaría viviendo en una calle que parecía azulejada por el sombrerero loco de Alicia. Recuerdo también que el primer día subí a un alto por donde pasaba un antiguo acueducto y que llovía. Qué casualidad. No recuerdo que lloviera mucho más en todo un año. Tenía entonces una canción en la cabeza de Luar na Lubre, recuerdo, que había estado escuchando en el tren de ida. Creo que no volví a acordarme de esa canción. Hasta hoy.
Hoy es el día en que me acuerdo más de los sueños que tuve en Santander antes de ir a Lisboa que de lo que viví en Lisboa. No existen las fronteras, es verdad. El viaje de vuelta, transcurrido un año, lo pasé durmiendo.
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¿Lamasón, Terán...? Nou, L´Albiricia, en Sanander.
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Huella de casa llana en Monte, Santander.
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Las casas llanas en origen tenían un único acceso para personas y para animales. Lo hemos visto en Lafuente, Lamasón. Dentro, el espacio probablemente estaría compartimentado mediante tablaos, que ya he explicado en otras ocasiones. La cucina, en el suelo, estaría a la entrada, al lado opuesto del ventanu que solía acompañar a la puerta (con arco apuntado, puerta gótica). Así lo he visto en Lamiña: nada más entrar, a la derecha el ventanu y a la izquierda la cucina. Quizá sea significativa la dirección de la puerta al abrirse, si hacia la derecha (el ventanu en el muro de sombra) o si hacia la izquierda (la cucina en el muro de sombra). Cómo era esta puerta (doble hoja, una más grande que la otra, la pequeña apuntalada por dentro con una rejostra, cerrojo de gran tamaño en el exterior, etc.) lo hemos visto en San Pedro, Carmona, en Valle, en Cosío y más sitios. ¿Habría un cuartu aprovechando la luz del ventanu? No lo sé. ¿Aprovecharían este ventanu para instalar un cuartu para dormir? Dormir, podrían hacerlo en la cucina (hemos visto un cuartu de madera adosado a una cucina en San Pedro, Carmona), en un jergón que se podría retirar durante el día, o incluso en el pajar (joche es el agujero que se practica en la hierba para descansar). Este ventanu me tiene un poco descolocado. A continuación de la cucina (como hemos visto en Lamiña) o aprovechando la luz del ventanu (como dicta la lógica) estaría la escalera que conduciría a un apunte de piso superior con suelo de setu o zarzu (entramado de varas de avellano, muy resistente, aunque habría que renovarlo cada cuatro años, como apunta la tradición) donde guardar la herba y ahumar los alimentos (esta última actividad estaría localizada encima del lar u hogar). Este ahumadero podría tener forma de cajón, como hemos visto en Lamiña. Si este cajón ganaba cuerpo (altura, sobre todo) se denominaba pérgula. El arranque de las escaleras se llamaría patiu o, dependiendo de la zona, estragal. El estragal, en cualquier caso, no es el portal. El estragal es este espacio que antecede a la escalera (¿iluminado por el ventanu?). La escalera está cerrada con tabla (de nuevo aparece el tabláu) para evitar que suban los animales al piso superior. La escalera, así, no solo facilita el paso a las personas sino que se lo impide a los animales (una solución muy inteligente en un contexto de convivencia física entre unos y otros). Bajo la escalera podía estar el gallinero. En la puerta de acceso a la casa, la joraca, no para los gatos, sino para las gallinas.
Llegado el s. XVII las casas llanas empiezan a crecer. ¿Cómo? Hacia arriba, hacia delante y hacia un lado. Primero, fortaleciendo la entidad de este piso superior incipiente, que se convertiría, así, en vivienda (dada la estructura tipo pérgola que sustenta la casa añadir una planta es relativamente sencillo, lo mismo que encajar las nuevas estancias como si fueran cajones de un armario, armario que sería esta pérgola recrecida). Encima de este armario, que termina en plano, el soberáu, que abarcaría desde aquí hasta el cumbre de la casa. En el soberáu se secaría y almacenarían los alimentos. Este espacio explica la desaparición de los hórreos, que sabemos fehacientemente existían en el s. XV al menos en Sopeña gracias al archivo de Casa Terán (quedan restos en Lafuente y Periedo, en el entorno cabuérnigo). Los hórreos se quedaron pequeños ante la irrupción del maíz. Las paneras fueron una solución minoritaria (queda una en Cades). Parece que, a diferencia de Asturias, se primó el soberáu (meterlo dentro, haciendo más grande el interior de las casas, antes que hacer más grande el hórreo). El balcón servía para lucir las panojas que se guardaban para siembra, pero no para secar ni para almacenar.
Hacia delante: Este recrecimiento estaría flanqueado por sendos esquinales que protegerían el portal con sus correspondientes cuartos del portal, a izquierda y derecha. Encima de los cuartos del portal, las vargaretas o pajaretas (cualquier tingladillo de madera adosado a una pared y, por extensión, la parte que queda por encima del cuartu del portal). Si se unen estas vargaretas ya tenemos el germen del balcón, que conecta con esa nueva planta destinada a vivienda. El balcón es balcón o correor, nunca solana. La solana es una balconeta (como dicen en Bárcena Mayor) lateral.
Hacia un lado: Se suma un cuerpo en paralelo, el establu, separado por un muro, aunque bajo un mismo techo, el del portal. Se mantine parte del ganado en la planta baja de la casa original para dar calor a la planta de arriba.
Muchas casas llanas se quedan por el camino y pasan a funcionar como establos. Cuando esto sucede se abre un bocarón encima de la puerta. Pongo dos fotos, una tomada en Renedo y otra en Carmona, que reflejan este momento. Me parece importante intentar documentar cada una de las fases que componen el proceso anteriormente apuntado. No son tantas las casas que quedan y cada paso de dicho proceso cuenta con muy pocos ejemplos. Son particularmente interesantes las casas que representan vías muertas o que no acabaron de alcanzar lo que se esperaba de ellas (estoy pensando en esa casa de Terán que está esperando todavía a recibir un balcón que nunca vino, o esa otra casa del mismo pueblo, integrada en una hilera, que aumentó una altura pero no llegó a trasladar la vivienda arriba). Casas que dejan al descubierto el proceso, no tanto casas que muestran su resultado.
Declarado en ruina el edificio nº 6 de la Calle Barcelona.
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Y0
En relación con el punto 12, hoy es el día en que ya no me acuerdo de los sueños lisboetas.
ResponderEliminarEn relación con el punto 1, en 2017 encontramos un hórreo tipo montañés no catalogado que (por dimensiones, presencia de balcón en apariencia original, etc.) más parece una casa tipo bolckbau que hórreo.
ResponderEliminarEl punto 15 tiene muchos errores, por ejemplo que las casas en fase cero tuvieran un solo acceso. Me temo que no es así.
ResponderEliminarHay otra casa con fachada de tablas en El Alta, enfrente del elevador. Tiene debajo un bar. No recuerdo el nombre. Por fortuna sigue en pie. La de la C/ San Simón la han desarmado en los últimos meses. Está cubierta de andamios. La de Puertochico la han tirado hace tiempo.
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