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Muchas veces hemos hablado aquí de la reutilización de piedras en nuestra arquitectura popular. De hecho, el reciclaje de piedras forma parte de nuestra lógica arquitectónica, de la lógica de nuestras casas (si se caen las paredes el alma de madera queda intacta) y de nuestros pueblos (las piedras ruedan de casa en casa durante siglos, sobre todo si están historiadas, de tal manera que no podemos decir que una casa sea medieval solo por tener una saetera, pues la saetera ha podido pasar por tres o cuatro casas antes). La foto que pongo a continuación está tomada en Olite (Navarra):
Yo creo que en su origen estuvo en una carnicería. O que el carnicero reutilizó una piedra anterior para tallar en ella sus útiles de trabajo.
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La siguiente también está tomada en Olite:
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Puerta de quiciu en Valtierra, pueblo del sur de Navarra, en los pernales de las Bardenas Reales, en una casa exacavada en la roca. Hay muchísimas. Sorprende. Están prácticamente todas abandonadas. No sacan ningún partido de ellas. Es un valor turístico de primer orden. Incluso cuesta que reconozcan que existen. Todavía hoy parecen sentirse avergonzados. En la cartelería del pueblo no hacen más que repetir que en el siglo XVI hubo un noble muy malo que los tuvo a todos sumidos en la miseria. Me da a mí que estas cuevas son más antiguas. Lo del noble, sin dejar de ser cierto, estoy por asegurar que se trata de una explicación que han buscado recientemente para autoexculparse. Pero no hay nada de lo que avergonzarse. Deberían aprovechar este potencial ya.
Por cierto, bardenas parece haber sido una palabra de uso corriente hasta hace no mucho. Hay una calle en Valtierra que se llama las bardenillas, por ejemplo. Quizá bardenas tenga algo que ver con bárcena (el espacio comprendido entre un monte y un río), del latín MARGINEM, el límite de algo. Yo apostaría a que sí.
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Picayos en Sopeña de Cabuérniga, 2014. Los Picayos cantan a la Virgen (o a alguna autoridad física o espiritual) pero sin olvidar la actualidad. Mucha gente. Pasa en estos pueblos: cuando recita el trovador, cuando se cantan los picayos, la gente atiende, se muestra muy interesada. Todavía. Un éxito.
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Cuando era chico nos dio por escribir nuestros nombres en el muro de la bolera de Sopeña con clavos y piedras. Algunos, los más virtuosos, incluso grabaron figuras. Me acuerdo de una hoja de plátano que grabó El Botas (porque a veces las llevaba de distinto par) también conocido como El Nabu (porque una vez jugando a Tres Marinos en el Mar le entró hambre y se comió un nabu de una huerta), una hoja preciosa, con su nervadura y todo (es curioso el paso de la hexapétala tradicional a esta hoja en detalle, el paso del patrón colectivo a la iniciativa indivual). Hoy es uno de los mejores gaiteros que hay, y de los más innovadores (quizá de aquí, de su personalidad, provenga la decisión que tomó de tallar la hoja tradicional pero otra).
He vuelto a Sopeña por el Carmen y he visto que alguien ha grabado una flecha que indica dónde está el norte. Por si alguien andaba perdido.
Hoy hay quien dice que "bárcena" emparenta con "barciar" y que es donde el río deposita todo lo que lleva dentro y no es agua, en particular durante las crecidas.
ResponderEliminarEsos picayos de la foto dijo mi tía de 85 años que no eran como los de antes, que cambiaron todo. El espíritu, eso sí, permanece.
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