(1)
De por qué el txacoli empieza a ser vasco y solo vasco (la denominación de origen la detentan ellos en exclusiva, me parece), aquí, a pesar de existir evidencias claras de su existencia entre nosotros desde antiguo, como probé aquí, aquí y aquí, que recuerde. La tierra para el que la trabaja, como se suele decir.
(2)
En Cabuérniga tienes que llevar un atadijo de pelos de tejón (tasugu) en un bolsillo para evitar que la bruja te ataque. Dicen que por no contarlos se va a por otro.
(3)
En Cabuérniga:
- Encocorar: molestar (una persona que encocora a otra, por ejemplo). También en asturianu (vid. el diccionario de la ALLA).
- Berranchina: berrinche.
- Virolán: con un ojo más grande que otro o saltones, bizco, etc., es decir,
una persona con los ojos raros.
- Resgatu: rasgón (por ejemplo el de una falda de tubo, la abertura que tiene para que la chica pueda andar). También en asturianu (vid. el diccionario de la ALLA).
- Simplainá: simpleza (pl. simplainás).
(4)
Leo en un texto del malogrado Rafael González Echegaray, concretamente en 9 historias de barcos (año 1968), el santanderismo boito con el significado de "vacío". Impresionante. ¿Tendrá algo que ver con el inglés void, "vacío"? No sería raro teniendo en cuenta la abundancia de anglicismos en las ciudades portuarias. En Santander pichi, "alquitrán", y en la zona de Santoña, Laredu y Colindres penique, "vaso pequeño de cerveza", que recuerde.
(5)
"Quizás el más esclarecedor [de los libros de Dubuffet] sea Axifisiante cultura, donde [el autor] nos describe un mundo occidental agonizante cuyas instituciones culturales esclerotizan el pensamiento y banalizan la creatividad. Es una crítica contra la cultura, concebida como la estructura mental que se nos impone y nos obliga a percibir el universo desde un prisma concreto mayoritario; una coerción que nos encorseta en un modo de pensamiento único que nos impide la espontaneidad y regula las aportaciones creativas de manera que se adapten a las directrices del sistema".
Tomado de la contraportada de Asfixiante cultura, de Jean Dubuffet, publicado en 2011 por la editorial El Lunar.
Me recuerda a lo escrito por Alberto Santamaría aquí y por mí, más o menos, aquí.
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