martes, 30 de diciembre de 2014

30 de diciembre de 2014

En bibliotecas se distingue entre lenguajes documentales precoordinados y postcoordinados. Ejemplo de los primeros son las clasificaciones, como la CDU; de los segundos, los tesauros, como el MeSH de la NLM.

Los tesauros se adaptan muy bien a la realidad, y por eso son maleables. Los tesauros no están hechos para los que creen que las cosas tienen una forma de ser. Los tesauros incomodan a los rígidos. Las clasificaciones, por el contrario, son jerárquicas, un producto netamente mamífero. Para las clasificaciones cada cosa tiene su sitio, como ocurre con las cajoneras.

Me viene lo anterior a la cabeza porque hoy sale publicada en El Mundo la esquela de mi tía y una noticia en la que aparezco yo, con foto. ¿Dónde clasificaría el ejemplar de El Mundo de hoy, en qué cajón?

Un tesauro me permitiría establecer distintas relaciones entre una pieza informativa y otra, relaciones que ciertamente existen, están ahí, aunque puedan parecer insospechadas. Pero una clasificación, no. La clasificación me obligaría a elegir: o ella o yo. Temo que la decisión ya la ha tomado la naturaleza por mí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario