Mircea Eliade defiende la existencia de una mitología primigenia asociada a la bóveda celeste. De estos mitos fundacionales solo quedan vagos testimonios en culturas remotas (desde una perspectiva eurocentrista). Se caracterizan estos mitos por su distanciamiento.
En Cantabria Manuel Llano recoge varias "noticias" de los últimos seres mitológicos de nuestros valles: la última anjana, el último ojáncanu (lo vio mi abuelo caminando rojo como un ascua por la mies nevada...) Tengo recogidos todos estos textos para intentar sistematizarlos de alguna manera, cuando tenga ocasión.
En Cantabria ya apenas quedan los límites invisibles entre las cosas de antaño. Donde antes había líneas imaginarias entre las jazas de las mieses marcadas por jisos o entre las suertes de las praerias trazadas por ramas hincadas, hoy hay morios.
Mi tío Camilín el otro día le decía a mi madre de una jaza de la familia en una mies: "hay que cerrala, hay que cerrala".
Ahí está la quiebra, en la cerrazón de mi tío, que seguramente la heredó de mi abuelo, que era una persona triste, ahí, en la necesidad de cerrar, ahí la frontera en la que caen abatidos los ojáncanos, las anjanas acribillados por las balas del individualismo.
Leí el otro día no sé dónde que las esclavitudes con éxito son aquéllas que logran hacer olvidar la relación entre los afectos tristes de la esclavitud y la conciencia de ser esclavo.
Mi abuelo, uno de los primeros que se sintió solo, uno de los primeros individualistas, uno de los que primero apretó el gatillo.
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