Ya hemos comentado en otras ocasiones (podéis hacer uso del buscador) que vargareta en el Nansa y pajareta en el Saja es cualquier armadijo que apoya en palos incrustados en la pared.
En las casas llanas, que son las de tipología más antigua que conocemos, el alero se prolonga dando lugar al portal y dentro de éste se construye un cuarto. El tejado cae en ángulo y el cuarto del portal es un cubo, de manera que entre ambos, tejado y cuarto, queda un espacio libre. Este espacio toma el nombre bien de la vargareta o bien de la pajareta y son utilizados para guardar aperos de tamaño medio, por ejemplo, los rastrillos. Toma el nombre o a lo mejor es que estos cuartos son resultado de armadijos previos.
Estos espacios entre el tejado y el cuarto podían cerrarse. Incluso podían conectar con algún espacio interior fruto del recrecimiento de la casa impulsado probablemente por el progreso que trajo consigo el maíz, dotándose, la vargareta o pajareta, de un pequeño balcón. Si los cuartos eran dos, uno a cada lado del portal, y ambos estaban cerrados con un balcón que conectaba con el interior, es fácil imaginar que se unieran, dando lugar al balcón de la casa. Es una explicación del origen del balcón; una. Otra es que el balcón naciera aprovechando el boquerón del pajar. En los libros se apunta como génesis del balcón la arquitectura noble, aunque esta opción jerárquica, de arriba a abajo, a mí, además de no gustarme, no me convence.
Pongo foto de uno de estos armadijos en la pared lebaniego:
Lo que está debajo es un rimeru de leña.
La foto está tomada en Cabezón de Liébana.
Es habitual encontrar en las casas antiguas lebaniegas un espacio superior diáfano, completamente abierto o cerrado a lo sumo con zarzo. Pongo fotos de una casa de Enterrías:
Las tripas de la casa quedan al aire. Fijaos que los muros no son de carga, es decir, que la estructura de madera de la casa, y con ella el tejado, no apoya en los muros, sino en una estructura de madera tipo pérgola conocida en Cabuérniga como cuadru. A pesar de las evidencias, siempre, en todas partes, todos insisten en decir que nuestra arquitectura tradicional presenta muros de carga: no. Al menos no siempre.
El sábado fuimos a la Casa de las Doñas en el pueblo de Enterrías, cuya visita recomendamos vivamente, y nos explicaron que este espacio diáfano era empleado como secadero (en origen de trigo) y que se conoce como galbareta. Lo ponemos con /-b-/ porque la propietaria de la Casa de las Doñas defiende que esta palabra deriva de vargareta (escrito como lo he venido haciendo hasta ahora) y ésta a su vez de barga, no de varga entendida como cuesta, sino de barga entendida como cada una de las tablas que pueden cerrar el piso superior de la casa y que hemos oído nombrar en Bárcena Mayor colondra.
En masculino, galbaretu, una galbareta comparativamente más pequeña.
Pongo foto de una galbareta sometida a reformulación y a continuación otra con varias galbaretas a la vista, la primera de Enterrías y la segunda de Piasca, ésta con una casa en primer término, a la izquierda, que presenta una galbareta cerrada con un zarzo que aquí, en este municipio, he oído por primera vez llamar sietu:
Queda por resolver la relación entre galbareta y balcón en las casas lebaniegas, una incógnita que puede ayudar y mucho a resolver la mayor sobre el origen del balcón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario