Mi trabajo consiste en hacer encaje de bolillos al ordenador. Tengo que tomar una microdecisión, o no tan micro, a cada momento. Me recuerda, de alguna manera, a escribir en cántabru: cada palabra, cada giro implica posicionarte. En mi trabajo, lo mismo. Por eso hay fines de semana que me escapo al trabajo para dedicarme "a hacer cajas", es decir, a resolver todo aquello de carácter mecánico pendiente.
Hoy por ejemplo he estado abriendo cajas recuperadas de un sótano que ha permanecido bajo llave durante décadas, valorando su contenido, clasificándolo y metiéndolo ordenadamente en archivadores. A decir verdad esta labor no es puramente mecánica, sobre todo por lo que respecta a la clasificación, pero la reservo para los fines de semana porque entre semana no puedo ocupar mucho tiempo en una sola cosa ni andar sudado o en camiseta o mono, con mascarilla y guantes.
Creía tener toda la documentación de la guerra civil localizada. Pero he abierto una caja sin identificación y me he llevado una sorpresa.
Pongo algunas fotos, malas, de matasellos de fábricas tomadas por los obreros durante la República en guerra, y algunos otros interesantes:
Es solo una muestra menor de todo lo que he encontrado: menor porque matasellos hay docenas más y menor porque los matasellos son solo un elemento más entre los muchos a considerar, la mayor parte, como estos matasellos, inéditos.
Cuánto nos queda todavía por saber, que es lo mismo que decir por aprender.
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