El VI Encuentro de Esles de Cayón, celebrado en 2014, se dedicó a la memoria de Julio Caro Baroja. Las actas las publicó el año pasado la editorial La Huerta Grande. El libro está a la venta por veintiún euros. Se encuentra en la BCC, pero debido a las condiciones impuestas por la editorial no se puede sacar, solo consultar en sala, y en la biblioteca no está permitido hacer fotocopias. Hemos tenido que comprar el libro, que es de lo que se trata, supongo.
Gomarín firma el capítulo titulado "Una imagen perdida del mundo: Hacedores de lo necesario", dedicado a abarcas. Es de lo poco que tenemos sobre este tema. Suyo es también Madera para calzar, catálogo de una exposición organizada por la UC en 1993 muy difícil de encontrar.
Copio del capítulo de Gomarín lo siguiente: "El final del proceso llega con el barnizado de la parte externa. Antiguamente se ahumaban, se teñían con tinte extraído de la cocción de cortezas de diversos árboles, principalmente la corteza verde de aliso para pintarlas de encarnao, y también se tostaban al fuego impregnadas de calostros, que daban a la madera correa y un gracioso tono [el autor no dice cuál, quizá por no saberlo]".
El pasado fin de semana, de camino a La Folía, hicimos Raquel y yo parada en Caviedes. Haciendo fotos a una escalera vimos un par de abarcas de varón en el cubil. El dueño nos dijo que las había hecho un antiguo abarqueru del pueblo llamado Quico, del barrio de San Pedro. Se las pedimos y nos las dio. Nos aseguró que tenían más de sesenta años. Las de mujer las echaron a la lumbre hacía poco. Mañana se las enseñamos a un abarqueru y estudioso.
Ya en casa las limpiamos y apareció un color avellana precioso. No sabemos cómo tratar la madera sin que este barniz tan sutil, tan valioso, se vea afectado. He buscado y no he encontrado nada al respecto. El Gobierno de Cantabria debería tener cubierto este frente, no importa cómo, si encargando un estudio al METCAN, al CIMA, a la UC, publicándolo en Altamira, sacándolo en digital para ahorrar costes, como sea: si se aplica mata polilla o barniz químico, que es lo habitual, acabamos con todo rastro de barniz original, que no es lo más, pero sí tan valioso, al menos, como todo lo demás.
La sutileza: respeto.
¿De dónde habrá salido eso de que el color de la alisa sale cociendo las cortezas?
ResponderEliminarApa.