Recuerdo que siendo chaval, al instituto iría, han pasado más de veinte años, me encontré a una familia tirada con sus cosas en la acera de Jesús de Monasterio, en el centro de Santander. Les acababan de desahuciar. Estaban solos. Las cosas las tenían apiladas, un colchón, mantas, una alfombra, una cómoda, y ellos a un lado, paralizados. El hombre tenía mirada airada. No me atreví a mirar al resto de la familia a la cara. La gente se apartaba, les evitaba. Era a plena luz del día, hacía calor.
Me acuerdo mucho de aquello, no voy a decir que todos los días, pero sí mucho.
No hay comentarios:
Publicar un comentario