Ya he contado en otras ocasiones que cuando a mi abuela bastiana se le rompía el vestido compraba tela que se pareciera a la del viejo para que así no se notara que era nuevo.
Mi madre me reveló ayer que cuando llegó recién casada a la casa de los maestros le daba envidia la ropa "repasada, gastada" que tendía una vecina mayor que ella. "Cuándo tendré yo así las mudas de cama", se decía.
El gusto por el gasto, el consumismo, no viene de dentro.
Más tarde supe que el primer vestido de mi abuela fue uno que hizo con tela que compró con "el dineru de las avellanas" y que cosió en el "cuartu del correor" que había sido de su hermano.
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