Mi abuelo materno, cabuérnigo, solía preocuparse, viviendo ya en Santander, de las plantas que hay en la pérgola de la antigua alameda de Jesús de Monasterio.
Le gustaban mucho las plantas.
Solía llevar cuando era el tiempo una ramita de siemprevivas prendida de la chaqueta.
Hasta hace pocos años se podían ver cordalitos entre las ramas de la pérgola. De mi abuelo.
El otro día vimos Raquel y yo a un señor atando algo:
Fuimos a hablar con él. No tenía un gran discurso. Ni falta, haciendo.
Cuando le enseñé la foto mi madre dio un respingo.
Me acerqué entonces otro día a buscar:
Los cordalitos de mi abuelo no están. Pero los cordalitos están.
Según Google Lens se trata de glicina (Wisteria sinensis).
ResponderEliminar