"- ¡Cuando yo era mozo -suspiró el tío Román- sí que había osos por estos montes!... En Potes se los encontraba algunas veces en las calles del pueblo...
- ¡Diablo!
- Sí, señor, y se paseaban por las carreteras. Ahí orilla, en Besaya, hace unos veinte años, un automóvil atropelló a uno. Todavía se acordarán muchos de Santander de haber visto llegar el coche con el oso muerto sobre el capó. Los "húngaros" escribían a todos estos pueblos, a Reinosa, a Espinilla, a Bárcena, a Saja, pidiéndonos que les vendiéramos "escañones"...
- ¿Qué?
- Crías de osos: oseznos... Ofrecían mucho por ellos. Pero algunos nunca hemos querido hacerles caso.
- ¿Por qué?
El tío Román se rascó las barbas pensativo.
- ¡Psch!... Hombre, es que no parece bien lo que hacen con los animales. Los llevan por ahí, bailando al son de un pandero pidiendo limosna... Eso está feo. Un animal, comparando y no igualando, se merece el trato que un hombre. Se lo mata, si es menester; pero no se le hace de menos."
Fragmento de reportaje de Vicente Sánchez-Ocaña titulado "En las montañas de Reinosa con los cazadores de osos" publicado en la revista Estampa el 16 de noviembre de 1935.
No hay comentarios:
Publicar un comentario