martes, 25 de abril de 2017

Sopesando

La relación que mantiene nuestro avatar administrativo con nuestra historia es negociable.

Hay entes fantasmagóricos, otros que han echado el ancla, están los que se lo juegan todo a una carta, los que esconden la cabeza en la arena de playas artificiales, los que sueltan amarras, los que sueltan lastre, los que se aferran a un clavo ardiendo. La negociación es constante. El no darse por enterado es también negociar.

La Universidad Pública del País Vasco, por ejemplo, se siente y declara heredera del proyecto de Universidad Vasca de diciembre de 1937 mientras que la cántabra no acusa recibo del proyecto de Universidad de Cantabria (sic) de noviembre de 1937, prefiriendo quedarse con la concesión franquista de los setenta. Son dos formas palmariamente distintas de relacionarse con el pasado.

En Cantabria están negociando pocos y de acuerdo con sus intereses (son pocos como pocos son los beneficiados): Revilla defendiendo el origen del castellano en Valderredible (ridículo) y el origen de España en Cosgaya (todavía más), por ejemplo.

Hay que dar un vuelco y que esta negociación empiece a ser tarea de todos.

¿Por qué?

Porque no podemos seguir con esta sensación de abandono que nos pesa desde al menos el año 37, cuando se apagaron las luces. La solución pasa por buscar soluciones entre todos.

El reposicionamiento de nuestras coordenadas administrativas en función de nuestra historia (que es mucho de lo que somos, no lo olvidemos) es fuente potencial de riqueza (y no me refiero solo a económica).

Hay que resolver: dónde situar la ganadería extensiva, por ejemplo, o dónde las soluciones de la arquitectura patrimonial, el papel de los concejos, de las tierras comunales, de las quemas o incendios controlados, nuestra red viaria tradicional, nuestra relación con el lobo, con el oso, las distintas fórmulas de reforestación puestas en práctica por nuestros antepasados, la relación con sus sentimientos de pertenencia y a qué, la noción de cambio que poseían, etc.

Es así.

Y que así sea no impide que además pueda ser de otras maneras, por ejemplo, que la investigación biomédica avance (cuánto más en Cantabria si nos hiciéramos respetar un poco más).

Tenemos que decidir cómo relacionarnos con el pasado, si nos va a servir de palanca a todos o si vamos a dejar que decidan unos pocos en provecho propio, como hasta ahora y desde hace al menos ochenta años.

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