Salgo en la foto del acto fundacional de Cantabria No Se Vende (CNSV). No voy a decir que forme parte de CNSV porque, en rigor, nadie está dentro. Es simplemente una plataforma que se ofrece para coordinar los distintos movimientos sociales con desarrollo en Cantabria, excepción hecha de los no sé si elegidos, no sé si por descarte, coordinadores o "dinamizadores", cuyos nombres no voy a decir por no exponerles tontamente. Tened en cuenta que no todos los que leen este blog son amigos (Óscar Allende y otros han sido recientemente increpados por escribir; bienvenidos, yo hace tiempo que lo padezco, y no solo por parte de la derecha -ignorantes-, sino también por parte de la izquierda -tontos-, amenazas incluidas).
CNSV nació a consecuencia de o ahora caigo en la cuenta de que quizá aprovechando la crisis de legimitidad de los partidos políticos, de la desconexión de éstos con la realidad, los ciudadanos utilizados como pantalla de los políticos. La misión, tal y como yo la entendía, de CNSV, es decir, de la sociedad organizada de Cantabria era jablar a los políticos, que es lo que se hace con las vacas, es decir, guiarlos, unas veces a la cabeza, como buenos ganaderos, con el palu en alto, otras por detrás, atizando. Pero, ateniéndome al perfil en redes, que es la cartografía actual, CNSV se ha convertido en otra cosa que nada tiene que ver con la semilla, o con aquéllo que al menos yo creí estábamos sembrando.
Así que, como decía, aunque no haya formado parte de CNSV porque de CNSV no se forma parte (que era precisamente uno de sus valores: la despersonalización de la plataforma, algo remoto si no ya perdido), declaro aquí mi desconexión del proyecto. No me arrepiento de la foto. La ilusión del parto no me la quita nadie.
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