"A pesar de que el verde circundante
predomina, en abril
ya se ven
algunos lirios amarillos.
Son discreción y son milagro:
acotan con fineza su aureola,
se esparcen
[y se yerguen
desde el suelo fangoso.
El color amarillo de los lirios
no obtiene su victoria
ceremoniosamente,
ni la logra tampoco
con la codicia crédula
que yerra en los pajizos
o en las malvas,
en extremo caducos al abrirse.
Es amarillo tenso. Resplandece
desde su llama fija.
Con esa única seña
gana perennidad
antes de su declive."
"Temporada de lirios amarillos I", de Antonio Cabrera en Corteza de abedul (Tusquets, 2016).
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