En otras ocasiones hemos dicho que en Santander a los bajos se les llama bodegas. ¿Pero a todos los bajos o solo a los destinados a guardar aparejos de pesca? Supongo que a todos -así lo dicta, al menos, la lógica-, pero es entonces cuando aparece la diglosia. Es probable que cuando las familias comenzaron a ocupar las bodegas o a darles otro uso la palabra de moda fuera bajo (fijaos que estoy dando por hecho que antiguamente todos los bajos de barrios marineros eran para aparejos de pesca, cuando seguramente no era así, solo hay que recordar Sotileza), quedando bodega relegada a los bajos de lógica antigua, es decir, a los utilizados para guardar los aparejos de pesca, en franco retroceso, siendo así que la palabra bodega apenas existe ya entre nosotros (entre nosotros o, más ampliamente, que ya no existe, porque solo somos nosotros los que la sustentamos).
Una vivienda, pues, en un bajo, como la de la foto que sigue, ¿fue bodega y si lo fue, todavía hay alguien para la que lo siga siendo?
En San Celedonio.
Yo creo que es una de las pocas viviendas de este tipo si no la última que sigue funcionando como tal. Sería genial hablar con quien viva dentro: ¿cómo están distribuidos los espacios, cuál es la relación con el sol, y con los otros vecinos, en definitiva, cómo se vive en ella (es una oportunidad poder conjugar este verbo todavía en presente)?
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