martes, 16 de octubre de 2018

La motivación

Doy clase en un máster de la universidad sobre investigación. Comí en el trabajo y el café lo tomé fuera, para despejar. Como me sobraban algunos minutos aproveché para dar un paseo corto por el barrio vecino.

En un recodo veo a una señora con una palangana echando agua delicadamente sobre algo extendido en el suelo. Me acerco y era ropa.

- Qué ha puesto, la ropa al verde.

- Sí.

- Mi madre también lo hacía.

- Yo de siempre. Lo malo son ahora los plásticos que tiran.

Y de la que recoge la palangana vacía del suelo y marcha, señala una bolsa de gusanitos tirada cerca.

Hago la foto. A la ropa. No a la bolsa que era lo que a ella más preocupaba o más importante le parecía. La bolsa de hecho ni siquiera la recojo del suelo. Es una foto, pues, meramente exótica (lo éxotico en casa es la nueva moda ahora que la hiperconectividad lo ha acercado todo), exótica aunque la técnica (y qué de la intención, de mi responsabilidad) me permita presentarla con crudeza. Es una foto engañosa que en realidad no impele a nada. Si acaso a la contemplación.

Ésto debe ser eso que dicen de los peligros de la melancolía.

Me repuse y la clase bien. Creo que les servirá.

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