viernes, 14 de diciembre de 2018

La arruga es bella

Me permito el placer de intentar traducir el primer párrafo de la última columna de Raúl Molleda, "Quiciabis mañana", al castellano:

"Quiciabis mañana la carama que atiesa rejelaas las neuronas de quinis mandarin y mandan –amargas réplicas ajita, cumu deslabonis curujientos ena cadena que atiesta la ruea de la Hestoria– atarreñi iscubriendo un contornu ajallaízu, un mundu dinu de llamase con justicia, humanu."

"Quizá mañana la nieve posada en las neuronas endurecidas de quienes mandaron y mandan -amargas réplicas sucesivas, como eslabones oxidados en la cadena que refrena la rueda de la Historia- se deshiele descubriendo un entorno favorable, un mundo digno de llamarse con justicia, humano."

Las palabras que emplea Raúl Molleda son muy antiguas y tienen muchos matices. Miradlas, qué arrugas, qué bonitas. Las utiliza en un contexto actual, sumando matices, y dan la talla. Es porque están vivas. Pero no es solo que se adapten bien, y ésto es lo mejor, es que integrándose, poniéndose en hora (y aquí es donde está la batalla de fondo, en quién es el que decide qué hora es, pero dejémoslo y vayamos a lo práctico), incorporándose al presente, decía, modifican la realidad, resignificándola: es por eso que creo que el autor termina este primer párrafo con la palabra "humano", porque el ser humano está constantemente haciéndose. Que alguien nos de pistas, sea Raúl Molleda u otro (él, como yo, opina que da igual quién sea, siempre que sea), pistas sobre cómo ser, sobre cómo hacernos mejores personas con antiguas palabras nuestras es emocionante.

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