Que la propiedad comunal es un tipo de propiedad es algo que suele olvidarse. Generalmente porque no se fomenta ni divulga. Y no se hace porque no interesa: es como la fantasía del desierto del Duero durante la Edad Media peninsular, donde no había supuestamente nadie en una tierra que todavía hoy se encuentra plagada de topónimos continuistas prerromanos. Se dice que la propiedad comunal no es de nadie, se representa vacía..., para que se pueda llenar de otra manera por otros. Está pasando en las leras de Cabuérniga, donde se echaban a pastar a las vacas de casa y a las ricillas de ovejas, terreno que ahora lo están cerrando los caciques del pueblo porque dicen que ellos tienen papeles que prueban que es suyo (en un ayuntamiento donde el archivo ardió durante la guerra). Es así.
En Perines se cuida a una familia de gatos desde hace años. Los he visto salir por la mañana del portal de una casita de tres plantas cuyos propietarios luego me fijé que suelen dejar la puerta entornada imagino que para facilitar el paso. La vecina de una de las villas que sobreviven a la presión del hormigón les deja entrar incluso a la cocina cuando hace malo. A veces se ve a alguno tumbado en el balcón, al sol. Solían estar en las copas de los árboles, hasta que los podaron y los dejaron como palos erectos, y siguen debajo de los coches que acaban de aparcar, aprovechando el calor. Hacen caca en la jardinera de la columna de la Virgen del Pilar. Me atrevería a decir que hasta cruzan por los pasos de peatones.
Son gatos del vecindario, gatos del barrio.
Es una forma compleja, parcial y muy refinada de tener gato.
Hay asociaciones de protección de animales que defienden esterilizar a los gatos callejeros porque dicen que mejor si no se reproducen, que la vida de los gatos callejeros no es vida. A mí ésta me parece una medida basta, de trazo grueso, muy por debajo de la propiedad mancomunada practicada por los vecinos de Perines. Los de las protectoras se creen que están poniendo remedio a un problema que solo existe en sus cabezas. Están muy prejuiciados.
Me dolería que esterilizaran a nuestros gatos. De hecho, si puedo impedirlo, lo haré.
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