El incendio de Santander del año 41 coincidió con la quema de Sopeña.
Cuenta mi tía que en plena noche llamaron a la puerta con un canto porque no habría picaporte, que no lo recuerda pero que por eso sería, y que mi abuela, que estaba sola porque su marido, el primero, que casó dos veces, y es que todo empezó porque no sabía si su padre murió precisamente esa noche, estaba en el invernal, y que cuando mi abuela abrió la salona entró una vaharada que hizo que abrieran los ojos como platos, recién despiertas que estaban, y que mi abuela las cogió en volandas hasta donde una vecina de la bolera, la de al lado de Capi, por tener hijas de edad similar, y así poder ella ayudar en la extinción de la que se estaban ocupando sobre todo los hombres contratados por las balbases, a los que daba vino de la bodega que tenían, pero que entonces se oyó una voz grave de hombre, eso recuerda, que anunció que estaba la iglesia abierta para mujeres, niños y ancianos, sería el cura, y entonces mi abuela las llevó adentro y que como hacía poco se habían casado los padres de Fidel de Mier había allí unos sacos con los regalos de boda o quizá es que se iban a mudar a Torrelavega en esos días y guardaban allí sus pertenencias, unos sacos con un cacillo que asomaba, mi abuela entrando y saliendo para ver qué tal y que en una de esas dijo llorando a mi abuela que por favor trajera el cacillo, que no se le olvidara el cacillo.
Tenía salidas de esas, mi tía; dice. Cuando trajeron la nueva talla de la Virgen del Carmen recuerda que la fueron a recibir cantando al Puente Barcenillas, donde el santucu que ya no está, ella a hombros de su abuelo, se acuerda de lo que cantaban porque se acuerda mejor de lo de antes que de lo de ahora, y que en un momento en que estaban todos callados miró al cielo y gritó alarmada: "¡mira, güelito, el milanu, que no se lleve los pollucos!". Ya nadie se acuerda de ello, salvo ella.
Se vieron afectadas las casas de donde el cura, la C/ del Carmen, no sabe si también las de donde Chuchín y hasta la que llaman de los balconucos, por donde la entrada al pueblo en pasando el puente.
Todo fue, la quema, que una vecina tenía una burra en una cuadra donde el cura, del lado de la huerta con paredes tan hermosas, que iba la vecina con el candil y que se ve que con el viento se prendió la paja de bajo el brazo, se asustó y la hierba cayó prendida. Había con la burra un coche aparcado, en la cuadra, el coche de un señor de los de sombrero. Dicen que cuando el señor del coche vio los hierros dijo: "ardió el coche, pues allá va el sombrero", lanzándolo a las brasas.
Y ríe.
Mi tía ríe como dicen que lo hacía mi abuela que dicen que reía como ríe mi madre. Y me echo a reír también yo.
El Puente de Barcenillas que desde antiguo se llama El Puente de Piedra.
ResponderEliminarLa Calle del Carmen se llama La Calle Quemaa pero desde antes del incendio del 41. Dice mi tía que cuando picó su casa aparecieron señales de humo que ella no relaciona con la cocina de pusiega. También apareció una puerta gótica. Dice que nadie se acuerda desde cuándo la calle se llama así. La iglesia, que está bajo la advocación del Carmen, es de finales del XIX o principios del XX (sustituyó a la antigua capilla de Santa Ana, donde están hoy las escuelas).
ResponderEliminar"Jela" es la voz para espantar al milano.
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