viernes, 26 de julio de 2019

Cabaña de pastor guipuzcoana y familia constructiva cantábrica previa al 1500



Cabaña de pastor en Urbia (Guipúzcoa), año 1932.

En otras ocasiones hemos expuesto que no sabemos cómo eran las casas anteriores al 1500. Una de las hipótesis que se manejan es que fueran como libros posados abiertos boca abajo. De esta tipología sobrevivirían entre nosotros, si bien a duras penas, dos miembros de la familia: los horros montañeses (también los hórreos leoneses y de otras geografías) a dos aguas (un ejemplo fantástico en Casar de Periedo, sin protección, si es que este hórreo no se trata en realidad de una casa misma) y los chozos de pastor.

Dos tipos constructivos, entonces, que podríamos caracterizar como marginales (el hórreo perdió sentido frente al desarrollo del soberáu y el chozu de pastor se emplaza en la última capa, la más remota, de la cebolla que es el modelo territorial cántabro) y es por eso que han llegado hasta nosotros, porque se mantuvieron al margen de modas: de la recepción de la arquitectura culta italiana que derivó en la casa montañesa canónica, que es la opinión mayoritaria, o la que se defiende aquí, que es el desarrollo endógeno de la arquitectura local anterior al 1500 promovido por, por ejemplo, Juan de Herrera, en cuyos cubos yo al menos no puedo dejar de ver la proyección del cuadru autóctono, que también se podría explicar como la culturalización (acorde con la acontecida en otros países y territorios, en algunos casos por mediación de profesionales cántabros) de la tradición constructiva cántabra.

Sabemos que los pasiegos eran pastores extensivos que decidieron precisamente en torno al 1500 no volver a su núcleo, Espinosa de los Monteros, sino bajar hacia el mar y especializarse en productos lácteos derivados (una suerte de protocapitalismo). Su condición pastoril queda patente (además de en la toponimia, cuajada de seles) en las cabañas pasiegas, que son chozos de pastor reconvertidos (en Castromorca quedan los restos de un chozu de pastor que no llegó a pasar por esta reconversión intensivista). Es por este motivo que las cabañas pasiegas pueden ser consideradas herederas de la familia anterior al 1500, la de los libros puestos boca abajo que decíamos al principio.

El caserío vasco también empalmaría con esta familia. Los vascos dicen que sus caseríos son resultado de la influencia de carpiteros góticos del norte de Europa, pero parece que tienen mejor encaje en este tipo constructivo previo a la piedra (protagonismo de la madera) del 1500.

En resumen, horros montañeses a dos aguas, chozos de pastor y, en segunda vuelta, cabañas pasiegas y caseríos vascos. La casa montañesa no sabemos de dónde viene aunque yo creo que es una evolución no evidente (o no tanto como, por ejemplo, la del caserío vasco) de esta misma familia, pudiendo deberse esta aparente desconexión a una evolución que pudo ser anterior al resto impulsada por algún tipo de proceso territorial que desconocemos (y del que podrían darnos pistas la convivencia de barrios orgánicos y calles, por ejemplo, o la coexistencia de casas aisladas germen de hileras por aditamento de adosados e hileras levantadas de una sola vez, hileras que parecen responder a un patrón definido que puede apreciarse en Jismana de Cabuérniga o en el pueblo de Mar), evolución que además pudo verse influida posteriormente por patrones arquitectónicos cultos desarrollados por sagas de canteros locales profesionalizados.

En la foto que encabeza esta entrada aparece una cabaña de pastor guipuzcoana que empalma claramente con nuestros chozos de pastor. Otro miembro más, pues, de la familia: las cabañas de pastor guipuzcoanas, que no sé si están estudiadas o si tan siquiera quedan. Seguro que hay más ejemplos a lo largo y ancho de todo el Cantábrico.

Creo urgente e importante estudiar nuestros chozos de pastor: materiales empleados, orientación, proceso constructivo, mantenimiento, distribución de espacios, etc. Si no ya chozos en pie, sí queda gente que sabe cómo construirlos y lo que es vivir dentro. Repito, es urgente e importante.

2 comentarios:

  1. Me parece muy interesante la vinculación que ves entre la ciencia geométrica empleada por Juan de Herrera, para mí uno de los genios de toda la historia de la Montaña y al que habría que considerar más como valor propio.

    Ando flojo en historia arquitectónica así que te pregunto en qué se basa la afirmación del origen italiano de lo que se llama arquitectura canónica montañesa. No pongo en duda nada, simplemente pregunto.

    Sea cumo juera, a ojos de ignorante, lo que más familiar me es hasta la fecha respecto al balcuniríu característico nuestro es... curiosamente en rasgos de la llamada arquitectura "colonial", en construcciones americanas de tiempos virreinales.

    A mí se me hace que parte de lo que aquí se popularizara pudo haberse extendido previamente al otro lado del charco.

    Esto, por ejemplo, es lo que se puede ver por ejemplo en Cartagena de Indias, pero se pueden ver cosas similares en muchos otros lugares:

    https://www.herreracasado.com/1991/10/25/el-viaje-a-colombia-cartagena-de-indias-y-la-arquitectura-colonial-espanola/

    ResponderEliminar
  2. Hay muy poco escrito al respecto, pero Ortega Valcarcel yo creo que fue el primero que defendió el origen italiano culto de la casa montañesa. En su estela Miguel Ángel Aramburu y esta otra chica tan maja que dirige ahora la Fundación Comillas que no me acuerdo cómo se llama. La tradición académica al completo, vaya.

    Sobre balcones habría mucho que decir. El hórreo de Casar de Periedo asociado a las ruinas de una casa que probablemente fuera gótica (y que es probable fuera anterior al desarrollo del "soberáu") parece que tenía balcón.

    Cuando se reformula la casa y la "vargareta" propicia la aparición del "cuartu del portal", la "sala" puede aprovechar la "vargareta" para salir al "portal", y suele hacerlo con "balcón" (que luego se prolongaría a toda la fachada). Lo hemos visto en Lamiña, Sopeña, Cabezón de la Sal, etc.

    Moneo estudia en un libro de la editorial Acantilado el "Discurso de la figura cúbica" de Juan de Herrera. Es un texto difícil pero creo que deja bien a las claras que parte del "cuadru" autóctono.

    Hay una casa en Colindres de Arriba, la "Casa Bolívar-Gil de La Redonda" del s. XVII, que es un cubo impresionante.

    ResponderEliminar