Su abuela trabajó lavando botellas en la antigua sede de La Vorágine mientras su abuelo estaba preso en un campo de concentración. Ella es joyera. No le interesa el lujo. La primera vez que llevó material a La Vorágine fue en 2015. Gustó mucho. Se vendió todo. Este año Raquel AlBa, aquí, ha llevado una nueva tanda de joyería popular contemporánea a la nueva sede de la librería santanderina: pubis segueteados en latón que brilla como el oro sin que necesite serlo, broches de animales salvajes que penden de monedas florales, medallas religiosas ahuecadas y pintadas a rebosar con los colores de la bandera LGTBI, collares que reutilizan restos de lámparas, la pieza con la que encendía la luz de casa el Dr. Madrazo, tutas que flotan en el pecho, pendientes de metal noble ennegrecido, dijes extraídos de la memoria personal ensamblados con piezas rescatadas de la memoria colectiva, etc.
Su nueva colección es impresionante. A la venta estas Navidades en La Vorágine.
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