martes, 18 de febrero de 2020

El Paredón de Cabuérniga

Al pie de La Cruz que está del lado de Lamiña se encuentra El Zalcéu, una serie de prados a los que se llegaba cruzando el puente colgante. No sé cómo aparecerá en los mapas, prefiero no saberlo. El topónimo es transparente. Se trata de una antigua sauceda. Supongo que el bosquete tuviera en su día alguna utilidad, que fuera una masa boscosa domesticada. Pero que llegado un determinado momento, ignoro cuál, quizá coincidiendo con la aparición de los invernales o el desmembramiento de las praerias, se talara. De probable espacio comunal o de aprovechamiento colectivo a finca particular.

Ahora que el puente colgante ya no existe queda una sola forma de llegar al Zalcéu: por El Paredón, siempre que no sea cruzando el río por una vaera como la de la foto, muy sutil, efímera, producida por coches que cruzan acompañando a las vacas.



Advierto que El Paredón es un nombre del que no estoy del todo seguro.

El acceso está al lado del puente de Barcenillas o de Piedra:



A medio camino:



Desde el otro lado:



En su primer tramo desde el puente el río remansa. Es un auténtico vergel que, además, se puede observar desde lo alto.




Se trata de una construcción que impide que el río vaya a derecho y se lleve por delante el pueblo de Barcenillas. En relación, aquí. No está recogida en el catálogo de patrimonio "menor" de culturea, extraordinariamente pobre.



Un vecino de Lamiña que había sido amigo de mi abuelo, o sea, bien mayor, me dijo que su abuelo le había contado cómo traían los sillares del pueblo de Carrejo. Es, me dice un amigo cantero, la misma piedra chocolateru de otros pueblos montañeses.

Me pregunto ahora si El Zalcéu, la sauceda, no sería también una forma de contener al río, pero con árboles.

El Paredón es también un camino; un camino por las alturas.

Preguntando en casa me dijeron que mi abuela volvía de las tierras por esa pared y que en los tramos más altos, ella que tenía vértigo, pasaba arrastrando el culo.

El mismo día que hice estas fotos subí a Lamiña monte a través. Comiendo una lata de sardinas apareció un animal que yo creí un lobo. Retrocedí y terminé tomando un café en Barcenillas con unos paisanos a los que enseñé la foto del animal: no, no es un lobu - me dijeron - pol ángulu de las orejas siguru que no es. Peru aunque lu juera, ¡miedu ningunu!

Eso debía decirse mi abuela - ¡miedu ningunu! - mientras pasaba por El Paredón temblando.

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