En cántabro el género marca diferencia de tamaño, por ejemplo en ventana y ventanu. Quizá también de calidad, aunque en este caso pudiera ser que yo me halle influido por el castellano, donde el ventano sí es peor que la ventana, y la hipotética diferencia de calidad realmente no se dé en cántabro, solo la de tamaño.
No siempre es fácil de descubrir, este rasgo. Por ejemplo vasu y vasa (la vasa es la vajilla) o cucina (donde se amasaba la torta, probable origen de nuestra cucina actual, no el castellano cocina) y cucinu (artesa donde comen los animales). Incluso se dan casos extremos, como el de un amigo que al llegar a un pueblo montañés le preguntaron por la cocha, o sea, por la furgoneta.
Poco más que decir sobre este rasgo del cántabro.
El otro día fuimos a Allén del Hoyo, en Valderredible. Subimos porque habíamos visto en internet una construcción extraña a la que un recurso municipal identificaba como "caseta de era". Nos pareció raro.
Obviamente, no es una "caseta de era" castellana. Un vecino identificó esta construcción como pajera. Bien se ve que ahí está operando el género. Nos dijo que era para la paja de cebada y trigo (uso agrícola). Más adelante preguntamos a una anciana, que nos dijo que se trataba de una paya porque en origen estaba abierta, no como ahora, que la han cerrado con rastros, y porque está fuera de la casa, a diferencia del pajar, que está dentro y atrás. Para esta señora la paya se utilizaba para el heno (uso ganadero). Dos términos, si bien es cierto que emparentados entre sí, y dos usos distintos. ¿Quién está en lo cierto, los dos, ninguno?
La paya se entiende en relación con el payu.
En una parte muy considerable del oriente cántabro el pajar es el payu. Así, es probable que en Allén del Hoyo el actual pajar fuera en su día conocido como payu, del que la paya sería una versión mejorada (y aquí podría entrar ese uso agrícola que apuntaba el vecino) o al menos más grande (uso ganadero de la anciana). Pero lo único que podemos asegurar es que hoy aparentemente todos los vecinos dicen pajar. Y que paya está siendo sustituido por pajera. No es tan mala noticia, a fin de cuentas el género sigue operando según la lógica cántabra, pero duele que el estándar lingüístico esté rotando claramente hacia el castellano por incomparecencia de alternativa.
En otras ocasiones hemos apuntado la presencia de esta realización al estilo asturiano que realmente no es de origen asturiano, solo común al asturiano, es decir, perteneciente a un mismo sustrato lingüístico, caso del Besaya, río hermano del Saja, donde el primer hidrónimo está resuelto al estilo asturiano y el segundo al montañés, o la cadena picayu / picaju / picachu en un mismo valle, aquí. A esta generación que bien podríamos señalar como los abuelos del cántabro pertenece la paya.
La paya está retranqueada respecto al volumen colindante, probablemente recrecido. Es probable también que la paya esté marcando la línea de la fachada original, anterior al recrecimiento. O que se construyera a la par que el recrecimiento de la casa. Se sostiene en, si no recuerdo mal, seis postes. Fijaos en las fotos cómo calza el central exterior y también en el lateral izquierdo exterior, que sirvió para potrear la madera, lo mismo que el central exterior y el central interior, aunque estos últimos en menor medida. No sé si en esta zona también se trabajaba la madera de Castilla o garaúja, igual que en Cabuérniga, tal y como parecen indicar tales postes.
A la parte de arriba se accede desde el frontal y desde la primera planta de la casa, no hay acceso desde la parte de abajo de la construcción.
La parte de arriba:
Otra probable paya, si acaso en origen (pudiera ser también un colgaízu), en el mismo pueblo:
Encontrar un tipo arquitectónico no documentado hasta la fecha es muy satisfactorio, lo mismo que encontrar una palabra inédita y, lo más interesante, que la palabra encaje perfectamente en la lógica de la lengua, demostrando así la robustez de la misma.
Buenos días Serrón
ResponderEliminarSi me permites voy a intentar aportar algo acerca de los diminutivos en cántabru ya que creo que lo tengo un poco claro. Es increíble la precisión del cántabro como lengua. Maneja tres formas diferentes deconstruir el diminutivo y en cada una de ellas significado aporta un significado diferente. En este sentido no creo que estés ido fluido por el castellano al apreciar un matiz peyorativo, creo que más bien es un rasgo compartido. No me parece q haya dudas sobre que la diferenciación de género para construir el diminutivo tiene una carga muchas veces peyorativa al menos o al menos introduce matices acerca de la calidad. Sólo conozco un caso en que no aprecio carga peyorativa (botella/botellu) pero incluso en este caso creo que el significado peyorativo estaba en origen y se ha perdido por su uso en botellines de cerveza por ejemplo.
Mi padre era un pasiegu que vivió desde los 10 años en el valle del Besaya. Fue un obrero mixto. Para referirse a las vacas sin más, utilizaba vaca. Si utilizaba vacu se refería a una vaca pequeña y de mala calidad. Este rasgo lo tengo claro porque las vacas pequeñas pero con buena estructura y que daban leche eran siempre vacucas.
Esto lo hilo con la 2ª forma de construir el diminutivo uco/a. Quizás se nos ha ido la mano con su uso generalizado para casi todo pero en realidad debería usarse cuando aporta un significado afectivo en sentido amplio. Por ejemplo en el caso de mi padre al utilizar vacuca para vacas pequeñas pero de calidad, no quiere decir que la quiera pero si que la aprecia por su productividad.
La tercera forma de construir el diminutivo es aséptica, suprimiendo el grupo ll, expresa únicamente tamaño y no tiene carga despectiva ni de calidad ni expresa “afecto”. Recurro de nuevo a mi padre, al hacer la herba nos mandaba hacer lumbius, diminutivo de lumbus, en castellano sería lomos/lomillos q son las hileras de hierba seca amontonada para empacar. Un ejemplo claro en la lengua viva. Otro sería la cusquías. En la toponimia los tenemos a pares: Picu La Capía (Dobra), Las Penías (calle de Mercadal), Cuchía, La Tablía, El Portíu, Altu La Sía, la ría La Rabía...
Retomando el tema concreto de tu post. Estos días leía un buen ejemplo en el Léxico montañes de Alcalde del Río de 1932, en él recoge “Camberu” (en realidad señala cambero, pero entiendo que es una corrección suya). Lo define como “camino estrecho de uso vecinal”. Es un ejemplo clarísimo de esa dicotomia entre cambera y eso me recordó mi niñez cuando iba o volvía andando a casa de mi abuela en Campuzano. Cruzábamos la aceña por una cambera en la cual podían transitar carros, tractores y hasta cierto punto coches. Acabada la cambera salías a una calleja del pueblo que llevaba a la casa de mi tía Lines. Un poco antes, te desviabas a la izquierda y tomabas un camberu por el que sólo podían transitar personas, a lo mucho bicicletas. El camino no pasaba de ser el prado pisado de forma constante y que había acabado por formar el camberu en uno de los márgenes del prado. 150 metros más allá finalizaba, entonces salías de nuevo a una calleja, cruzabas un puentuco sobre el río Viar y ya estabas en Nueva Ciudad.
Espero haber aportado algo.
Muchísimas gracias por aportación tan valiosa.
ResponderEliminarHay quien no ve claro el componente peyorativo del masculino en relación con el femenino. A mí, como a tí, sí me parece que lo haya.
¡Gracias!
Retomando: no me deja poner la captura, así q doy la referencia: página 281 del trabajo de Lomas de 1922. Portillo/a, aplastante explicación del valor peyorativo en portillo.
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