martes, 17 de marzo de 2020

Palos, helechos, Plinio el Viejo

Entradas más atrás, concretamente aquí, puse fotos de una vara de avellano encontrada en la lera de Sopeña de Cabuérniga, El Lerón que llaman, espacio que está siendo sometido a un intenso proceso de privatización que conlleva la eliminación de helechales, argumales, etc. Puse las fotos porque me gustó el patrón de la talla, muy sencillo pero interesante, mucho, emparentado con el de los palos pintos.

A las fotos las acompañé de un par de párrafos tomados de una novela de los años ochenta que transcurre en el oriente asturiano, La Navaja de Héctor Vázquez Azpiri, en uno de los cuales el protagonista, uno de ellos, entra en escena descabezando las bardas a golpes secos dados con una delgada vara de avellano tallada como la de la foto.

Lo hice porque me pareció que el palu mío y el descrito en la novela eran de la misma familia. Me refiero a su apariencia física.

Pero Apa va más allá. En comentario a la entrada en cuestión dice: "Para erradicar arbustos y plantas no deseadas en las fincas, hay que las escogollar con una vara de avellano delgada. Cada planta tiene sus fechas y sus lunas y sí, es muy eficiente."

Mi abuela bastiana decía cocoya (en clara relación etimológica con escogollar) para referirse a lo más alto, la cima, la cumbre. Para varazo decía llambriazu, aunque no es de varazos exactamente de lo que estamos hablando, solo aprovecho las circunstancias para rescatar esta palabra tan bonita que supongo esté relacionada con llambria, "piedra lisa e inclinada".

Es probable, entonces, que el palu de las fotos y el descrito en la novela no solo se parezcan físicamente sino que también tengan una función parecida, es decir, que el palu de las fotos fuera utilizado en su día para "limpiar" de helechos la lera, o al menos intentarlo.

Y para terminar pongo fragmento de la Historia Natural de Plinio el Viejo (primera mitad del s. I) que os va a sorprender:

"El helecho muere al cabo de dos años si no le permites echar hojas. Lo más efectivo para que esto ocurra es golpear con un bastón las ramas cuando la planta está echando los brotes, pues el jugo que sale de ella misma mata las raíces."

Es una cita que he conocido gracias al fantástico libro titulado La memoria del paisaje: Pasado y futuro de un patrimonio común (Libros del Jata, 2016) de Ignacio Abella.

Es un palu, en definitiva, con al menos dos mil años (entended la metáfora). Efectivamente, tuvo que ser cortado en buena luna.

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