"O-hisa se inclinaba hacia adelante hasta casi caer y procuraba mantener firmes las caderas. La frente del viejo se llenó de sudor.
- Esta maldita faja no se mueve; es imposible apretar más.
- Creo que la compró usted, ¿no? Yo nunca me la hubiese quedado. No me deja moverme.
- Pero el color es bonito, ¿verdad? - dijo Kaname en tono admirativo colocándose al lado del viejo -. No sé exactamente cómo llamarlo, pero es un color que se ve muy poco ahora.
- Sí, es un verde-linfa; todavía se lleva bastante, pero el verdadero tono se consigue cuando la tela está usada y descolorida como ésta."
De la novela Hay quien prefiere ortigas (Seix Barral, 1963) de Tanizaki, p. 132. De este autor solo había leído el imprescindible Elogio de la sombra, ensayo del que la novela es, de alguna manera, su proyección, aunque no alcanza la misma altura.
Pongo la cita por su relación con el gusto cántabro por lo usado y bien conservado, es decir, por lo cuidado, aquí.
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