"Unas horas más tarde me despierta la intuición de que debo mirar el paisaje: subo la cortina de la ventanilla y lo que descubro me deja sin aliento. El avión está sobrevolando las cimas del Himalaya, cuya blancura basta para iluminar las tinieblas. (…)
Permanezco pegada a la ventanilla, contemplando fijamente esos colosos nevados. La noche es una bendición, ya que hace posible esta vista: de día, la violencia de la luz me habría obligado a desviar la mirada. De noche, tengo la impresión de estar conociendo, en el transcurso de una expedición de submarinismo, a una familia de ballenas blancas, nobles e inmóviles, en esas tinieblas perfectas de penúltimos fondos que permiten apreciarlo todo mucho mejor que con las horribles luces de los hombres."
De La nostalgia feliz de Amélie Nothomb, libro incluido en el compendio dedicado a esta autora belga por la editorial Anagrama, pág. 610.
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