Los herederos se pusieron en contacto conmigo porque tras la muerte de la artista querían donar obra. Hubo que decir que no.
No mucho tiempo después, de vuelta a casa de madrugada, Raquel y yo encontramos tirada en la basura, a la altura del domicilio donde están hechas las fotos, una mesita antigua (de esas con patas torneadas y rosetas en las portezuelas) pintada de azul, el azul característico de esta artista, y posada su paleta.
Cogimos la mesita, que es ahora la de noche de Raquel, y la paleta, que conservamos guardada dentro.
De los cuadros nada sabemos.
Quizá os suene a alguno porque suya es la ilustración de portada de un libro de Rafael Barret del año 1992.
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