Ramón sujetaba las playeras abiertas con cinta. Solo tenía un par. Cada día era por algo distinto. Porque había dado una patada al suelo, decía, porque con el calor se le habían despegado, que fue derrapando y así.
La última vez que coincidimos, hace relativamente poco - en todo caso muchos los años transcurridos desde el instituto -, le faltaban varios dientes. No le pregunté.
No hay comentarios:
Publicar un comentario