lunes, 9 de noviembre de 2020

Somos lo que nos contamos para reconocernos

Le conocimos robándole de la higuera. Las ramas del árbol caían al camino por encima de la pared de la huerta. Lejos de enfadarse nos sacó un cubo repleto de higos, para que cogiéramos. Tenía el pelo como un papel en blanco y los ojos de tinta azul.

Pasó la juventud en un país del norte.

Donde vivíamos cocíamos las patatas antes de pelarlas para aprovecharlas más, nos dijo. Nosotros comíamos, él hablaba.

Retornó en edad madura. También lo hizo a un país del norte.

En Cabuérniga el sol se pone por donde entran las borrascas.

Las patatas a mí me las enseñó a pelar mi madre. La piel fina. El truco está en que sobresalga un poco el dedo gordo que se pone encima del filo para así reconocer la superficie de la patata antes de pasar el cuchillo, y presionar o soltar a medida que vas pelando.

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