"La magia que la presencia del pasado desprende en algunas ciudades. La cultura de hacer pervivir las cosas. Por el contrario, nosotros lo tiramos todo, sin el menor reparo. Imposible pisar el mismo adoquín que pisó tu abuelo o pasar la mano por el mismo pasamano, pues los cambiamos cada año. Es la cultura de la pobreza. Las cocinas de los pobres se renuevan con más frecuencia que las de los ricos, probablemente porque quienes tienen dinero hacen las cosas para que perduren, sólidas. Nosotros, en cambio, no alcanzamos lo bueno y nos conformamos con lo nuevo."
De "La obsesión de Rossetti", dentro de Guárdame bajo tierra (Erein, 2014) de Ramón Saizarbitoria, p. 170.
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