Seguro que lo he contado antes, pero me impresionó el final de la novela
Hay quien prefiere ortigas de Tanizaki. Es un final abrupto. Tanto, que traté de encontrar una explicación. Si no estoy equivocado, responde a una técnica tradicional japonesa que busca provocar en este caso al lector (la técnica procede de la tradición oral) una reacción casi física (como las obras de Kapoor) de vacío, dejándonos en suspenso. A fe mía que esta novela lo consigue.
En nuestra cocina tradicional son muy apreciados los contrastes, por ejemplo el de la torta caliente y la leche (mejor si nojal) fría, no hace falta recurrir a platos esmeradísimos.
Tirando de este gusto nuestro por el contraste entre frío y caliente he escrito varias entradas en este blog en las que, de forma más o menos explícita, busco provocar, en la medida de mis posibilidades, este efecto, este contraste, por ejemplo (por buscar dos entradas recientes)
aquí y
aquí.
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