Estaba caminando por el bosque del entorno de Joces buscando los frutales silvestres que servían como patrón a los vecinos de Viaña de Cabuérniga cuando encontré un gran roble arrancado de cuajo por un rayo. Tenía las raíces al aire y chamuscadas, lo mismo que la tierra donde antes habían estado hundidas.
Miré hacia arriba y descubrí un claro en el bosque.
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