"[C]uando venían a preguntar cómo estábamos y si teníamos intención de vender los prados más grandes, que eran los mejores, o de, quién sabe, quitarnos de encima algunas vacas... Y decías no, sin orgullo, para no oírte en las narices aquello de: ¡bien merecíais lo que os ha pasado! Había momentos en que no sabíamos si nos enfrentábamos a una desgracia o a una culpa, ya que la gente parecía estar esperando que nos diéramos por vencidos y nos mostráramos arrepentidos, inferiores, que pidiéramos como pobres el trato normal de los demás."
De Canto rodado (El Alpeh Editores, 2007) de María Barbal, primera edición en catalán del año 1985, p. 101.
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