Señalé entonces la posibilidad de que estuviera relacionada con una leyenda publicada por el escritor cabuérnigo Delfín a finales del mil novecientos. Fue una boutade porque aun siendo probable que la leyenda sea auténtica, como parece, no cabe esperar que la peña mencionada en el texto corresponda precisamente con esta de Barcenillas.
Efectivamente, el otro día tuve la ocasión de preguntar al dueño de la finca, aquí, que me dijo que esta peña la habían arrojado los frailes (sic) de San Frutosu a los moros (sic) y que debajo había un buen puñado de monedas de oro. Lo de los moros no lo ponía en duda pero lo de las monedas sí porque de haberlas ya no estarían ahí (sic). Así que la peña tiene leyenda, sí, pero la suya, y bien bonita, que no es la recogida por Delfín.
El prado se llama La Peñona. Enfrente está Palancas, otro prado aunque en este caso se encuentre perdido.
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