sábado, 21 de enero de 2023

Este es el final

No pensaba que fuera a llover pero al final sí que terminó por llover. Al final siempre todo, si cuando llega lo que sea se toma como el final de algo. Había dejado en casa una colada tendida y tenía pensado hacer otra con la ropa de cama sin que terminara la mañana, al regresar, pero ya nada.

Había salido a comprar unos carboncillos, papel y fijador en una tienda pequeñita que hay al lado de mi antiguo trabajo. Quiero ir mañana a ver a mi tía y pintar La Canalona de Cabuérniga. De vuelta me detuve a tomar un café donde lo tomaba, cuando coincidíamos, con Alfonso, que ha fallecido esta semana. La última vez me trajo una medallita de Lourdes.

Llego a casa y pongo el toldo aunque tarde, qué hacer. Como dos porredanos que tenía descongelando y bajo a la lavandería del barrio.

No hay nadie pero hay una lavadora dando vueltas con ropa negra dentro. Ocupo la lavadora de al lado, la prendo con la ropa de cama, me siento en un banco corrido que tienen de plástico, como de parada de bus, de lo más incómodo, y para qué más, y leo un poco el libro de Guelbenzu que compré el otro día de segunda y he bajado porque lo quiero terminar ya. La luz se apaga sola a los pocos minutos pero hay un ventanal a la espalda espléndido y no me preocupa.

Pasan los minutos. Ni por asomo me desabrocho siquiera un botón de la cazadora del frío que hace. Descubro que si muevo la pierna izquierda se enciende la luz. Muevo la pierna izquierda para encender la luz cuando dejo de ver.

He tenido que comprar antes unas pocas manzanas en la frutería próxima para tener cambio para la máquina, que no admite monedas que no sean de un euro. Las manzanas las utilizamos en casa para madurar lo que sea. Por ejemplo los últimos kiwis, muchos de golpe, por rebajar, todos duros. Me asalta entonces el recuerdo de que en el cole me ponían al lado de los que sacaban malas notas. Nos trataban como a manzanas. No es mal trato.

Sigo solo en la lavandería.

La lavadora de ropa negra que no es mía empieza a girar muy rápido y en el centro se abre un agujero que deja ver el tambor metálico al fondo.

Este es el final.

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