viernes, 3 de marzo de 2023

Mi despedida

No recuerdo qué año fue pero seguro que no hace mucho, es probable que poco antes de la pandemia. La pandemia ha supuesto para mí un antes y un después: un antes sumido en una nebulosa y un después que dudo cada vez si no habrá sucedido antes. Coincidimos en la olimpiada del tudanco. Ella estaba en el escalón que hace de bisagra entre las dos fincas que ocupa el ganado, bajo un árbol castigado que hay por los animales, buscando sombra, lo mismo que nosotros. No recuerdo de qué hablamos. Sí que preguntamos a un paisano por los distintos nombres que van recibiendo las vacas a medida que crecen y que el paisano me reconoció de otra vez. Esteban ese día no había venido o sí pero en ese momento no estaba. Lo que es seguro es que no le pudimos saludar.

En esa exposición las vacas están metidas en cierros hechos con tubos de metal ensamblados, parecen andamios, los paisanos mirando como si se tratara de una obra. Las vacas van de un cierru a otro, las llevan los ganaderos en volandas, dan miedo. De fondo siempre hay música o un señor con micrófono dando nombres.

A ella le chispeaban los ojos, siempre.

He sabido de su fallecimiento ahora.

Además de sombra bajo aquel árbol buscábamos protección.

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