Hace no mucho nos explicaba un vecino octogenario cabuérnigo cómo se hacían presas para pescar truchas en el Saja.
Cuando llovía fuerte en las cumbres se sabía el tiempo que iba a tardar en llegar la llena o crecida del río al pueblo. Se tomaban entonces cantos del mismo río y se levantaban con ellos varios muretes paralelos, en sentido perpendicular al cauce, posándose encima zarzos de (varas entretejidas de) avellano. Al pasar las aguas por encima de los zarzos las truchas se quedaban prendidas en ellos, de donde las cogían los vecinos.
Es un sistema del que no tengo otra noticia.
El vecino aprovechó su explicación para decirnos que hoy las lluvias ya no son predecibles, que no se sabe cuándo va a llover ni si mucho o poco. También nos dijo que el tiempo está loco, que ahora las ardillas pueden comer las nueces directamente del árbol, de tan fina que traen la cáscara. Es el cambio climático. En nuestros pueblos, a su manera, que también tendría que ser la nuestra, porque sirve, lo están viendo venir antes.
Me ha recordado, aunque sea distinto, lo que hace unos años nos contaba cosas El Moli, del molino de Baolafuente en Rasines. La presa de su molino era de madera, y utilizaban troncos de roble, mucho castaño, y hacia el final (años 60 y 70 del siglo pasado) también de eucalipto. Rellenaban los huecos que quedaban con piedras del río en la parte inferior y, en la superior, con cepellones de tierra y hierba (que en los últimos años acabaron sustituyendo por los plásticos que encontraban en el propio río). A pesar de eso, decía él, las truchas y los salmones en general podían pasar, porque siempre acababan abriéndose huecos.
ResponderEliminarInteresantísimo, gracias.
ResponderEliminar¿El Moli está vivo?
Sí, es relativamente "joven" (1950), y en principio le encontrarás por allí.
ResponderEliminar