Iba vestida de blanco impoluto y recorría las playas del Sardinero ofreciendo "¡cangrejos, caracolillos, patatas fritas!", que vendía metidos en cucuruchos.
Distinguíamos entre papel de estraza y de brillo. El de brillo era el del pescado. Pues los cucuruchos de esta señora eran de estraza.
Los cangrejos eran así, pequeñitos y se comían como pipas. Estaban turruscaos, muy ricos. Ya no los hay.
En esta época supongo que se perdiera la palabra "murión" para el caracolillo, por influencia de los turistas.
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