jueves, 9 de noviembre de 2023

La navegación

Bajo por la alameda y hago la primera parada en la librería de viejo de la C/ Vargas donde encuentro El incendio de la mina de El Bordo de Yuri Herrera, aquí, y Canadá de Richard Ford, aquí, que no compro, ninguno de los dos, aunque me los apunto.

A la pareja de la librería Kattigara de la C/ San Luis les dí Calzados Lola de Suso de Toro sin leer más que unas páginas que no me convencieron y ahora, después de leer Hombre sin nombre, me arrepiento.

Paso por el callejón a la C/ Burgos y entro en La Casa del Libro. Me apunto un manual sobre ilustración científica, debe ser el primero español en su materia, aquí, y Adiós a una época que muere sin paz: la crítica del mundo moderno en la literatura española (1874-1936) de Javier Rodríguez Hidalgo, aquí, con muchas referencias a Manuel Llano.

Salgo y apenas doy unos pasos cuando me topo con gente y gente que sube. Parece verano, por la muchedumbre, pero en vez de toallas llevan banderas españolas enrolladas. Visten bien. Se les ve confiados. Van a meter presión a la sede del PSOE, que ha cerrado por miedo. Es una concentración ilegal. No veo policía.

Llamo a mis padres y les digo que mejor no salgan de casa.

Llego a la C/ Rualasal y casi no hay gente. Debe ser porque están todos allí o metidos en casa. La librería de segunda mano está vacía. Compro la primera edición de Antes que anochezca de Reinaldo Arenas. Es un libro maravilloso. Lo tenía, lo dejé y no me lo devolvieron. Me está bien, por confiado. El ejemplar tiene firma del anterior propietario. He dejado muchos libros por tener algo escrito, lo que sea, una dedicatoria o una simple firma. Pero esta vez la firma viene acompañada de una fecha, que coincide con la de edición, y las letras STDR, que casan con Santander. Dadas las circunstancias, es una balón de oxígeno. También he comprado Claude Lévi-Strauss o el nuevo festín de Esopo de Octavio Paz en edición mexicana de 1969, la primera, creo.

Me regalan un marcapáginas de origami.

Me acerco con los libros metidos en una bolsa de papel a la librería de la C/ San José y ya están cerrando pero me da tiempo a ver si tienen algo de Vasco Pratolini, que no, espectacular su Crónica de los pobres amantes que tenemos en edición de Losada, y de Suso de Toro que no haya leído, y tampoco, así que doy las gracias y me voy.

De vuelta a casa, a la altura del Pasaje de Peña, encuentro una concentración de derechistas que han tomado la calle y cortado el tráfico, echando vivas a Franco al aire. No hay policía. Los flanqueo y subo por la C/ Burgos. Son riadas de gente exultante. Veo pasar a un grupo de periodistas con la cara desencajada. Un conocido que es guarda de seguridad me saluda e intenta pararme pero me zafo de él. Son muchos, me superan. Sigo sin ver policía. Me desvío por las escaleras mecánicas de Numancia. Oigo a un niño gritar Viva España. La gente grita con él. Arriba España, sigue, y la gente le corea. Yo sigo subiendo. Grita ahora Viva el rey, el orden y la ley pero de la gente solo alcanzo a oír viva. Estoy arriba, llamo a Raquel.

Cuando llego a casa doy dos vueltas de llave.

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