El Sajuca, creo yo que se llama, pero mi madre responde que no sabe: será, no sé. Los cogíamos ahí y los repartíamos de uno en uno entre nosotras.
También las avellanas y las castañas y todo lo que cogíamos.
Fue la única vez que me pelee yo.
Había una de nosotras que tenía miedo de cogerlos
(poníamos un dedo encima del caparazón y con otro lo cogíamos por abajo)
y otra niña, por eso, porque aquella no se atrevía, no le quería dar. Y yo sin embargo decía que sí. Me cogió así de las trenzas y yo me defendí.
Luego güeli nos los preparaba en salsa.
La de las trenzas no, la otra, cuando murió güeli
(lo hizo en la casa del pueblo, en el cuartu del granu, que llamábamos)
tiempo después que nos encontramos, me dijo: de haberlo sabido habría ido yo andando desde Cabezón al funeral de tu madre.
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