Estaba el pasado fin de semana leyendo en la cocina que el Vaticano no reconoce las apariciones de Garabandal (Bastián para los nativos) cuando se posaron varios cuervos en el tejado del edificio de enfrente y empezaron a pelearse por ver cuál de ellos se subía a la antena. Supe que estaban por sus graznidos. Me asomé y efectivamente. Supongo que sean los mismos que duermen en el pinar de Cabo Mayor. Los cuervos son muy de jugar en el aire pero cuando vi a estos desde la cocina no parecían estar jugando.
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